Dijo la enfermera de enlace a la trabajadora social sanitaria: ¡Tramítale una residencia ya!

16 abril, 2015

Tierra: trágame. Hace un tiempo me contaban que en un Centro de Salud, evitaré detalles, la enfermera en enlace entró furibunda en el despacho de la trabajadora social sanitaria que, además, estaba entrevistando a una persona y sin contenerse, le espetó: «A Josefa ¡Tramítale una residencia ya!». Vamos, como la camarera que entra en la cocina del restaurante que atiende para reclamar un plato combinado, ya saben: «¿Qué pasa con el número seis, sin salsa, para la mesa veinte? ¡Lo quiero ya!».

Lamentable. Sobre todo porque venía de parte de una profesional sanitaria y ponía de relieve el poco respeto y consideración para la persona enferma, Josefa, a la que convirtió en una «cosa» a la que colocar en una residencia, obviando los cánones de la intervención desde el trabajo social sanitario y, estoy segura, de la misma enfermería. Para esta enfermera de enlace, no voy a generalizar, la persona enferma, quedaba fuera de la  decisión que la iba a afectar para el resto de su vida.

Cuando decimos que la intervención desde el trabajo social sanitario se apoya en un diagnóstico social sanitario y asume los principios y valores de la profesión, no estamos practicando la retórica, estamos proyectando una manera de ayudar a las personas y una ética en el ejercicio de la profesión.

Afortunadamente, esta actitud pertenece a una minoría pero esta minoría, copa la mayor parte del escenario dañando la imagen del sistema sanitario en general, de las organizaciones donde ejercen, en particular. Es anécdota pero puede parecer categoría.

La mayoría de los profesionales del sistema sanitario con los que se trabaja en equipo no practican esos modales ni actitudes, pero dejando aparte la cortesía o la falta de ella, lo preocupante aquí y el pretexto que motiva el texto es la perduración en el tiempo de la falsa idea de que el trabajador social sanitario tramita recursos que lo otros profesionales presuponen, porque es una presunción, la persona necesita para resolver unos problemas. En realidad así, los problemas de la persona no se resuelven, se resuelven sus manifestaciones pero los problemas siguen, y seguirán, ahí.

No podemos confundir una residencia con una gasa, o una pomada. No podemos cosificar a las personas, ni les podemos quitar su dignidad. Debemos saber que cada vez que decidimos per alguien, le quitamos su dignidad. Las personas deben decidir (solas o con ayuda) sobre sí mismas. Si las anulamos borramos de un plumazo todo lo que hemos avanzado dentro del modelo biopsicosocial en el que la persona está compuesta de dimensiones vitales, psíquicas y físicas, que se retroalimentan y complementan.

La transformación del Estado del Bienestar en un supermercado de recursos en el que cada uno se corresponde a una dificultad es un indicador del desconocimiento y del poco respeto que se tiene por las personas a las que se atiende.

La letra a día de hoy la sabemos pero la práctica queda embarrada en estas actitudes donde la falta de profesionalidad lamina precisamente el Bienestar de las personas.

Y ya puestos, la demanda correcta de la enfermera de enlace a la trabajadora social sanitaria, obviamente en privado y a solas, no delante de una visita, hubiera sido:¿Cuál es el diagnóstico social sanitario de la Sra. Josefa?

Barcelona, 16 de abril de 2015 – Dolors Colom Masfret

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Autor / Autora
Dolors Colom Masfret
Comentarios
Jose RV14 noviembre, 2023 a las 18:24

Con todos mis respetos, el artículo no puede estar más sesgado, tratar de establecer un fallo en contra de una figura por un hecho más que injustificado, de nula ética profesional.
La figura de la enfermera gestora de casos es la que mejor puede conjugar una práctica avanzada que a menudo requieren los pacientes crónicos. Una valoración geriátrica integral especializada facilita la toma de decisiones compartida a nivel clínico, que desde luego, sin la mirada y valoración imprescindible de trabajo social, no facilita la continuidad asistencial y el adecuado soporte para prevenir futuros episodios de descompensación.
La figura que conjuga, gestiona y facilita la toma de decisiones es la de la enfermera, precisamente por su mirada enfocada a las necesidades básicas que contemplan tanto el perfil clínico, como el social, las competencias son fáciles de delimitar, pues trabajo social, realiza eso una valoración social y una gestión de recursos sociales. Los recursos están a disposición de la familia y los pacientes y aunque la valoración es por cada profesional referente, todos deberíamos ser conocedores de los recursos para poder contemplarlos desde diferentes perspectivas antes de su puesta en común.

El discurso se ha de centrar en lograr comunicación, cooperación, mutuo respeto, de manera que se pueda facilitar la toma de decisiones para un objetivo común. Mientras no hagamos eso, seguiremos sin realizar un trabajo interdisciplinar, siento que haya a quien no le guste que quien coja la batuta sanitaria sea la enfermera.

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