El placer de leer a las pioneras del trabajo social sanitario

31 enero, 2017

Hace más de un siglo, profesionales de consultorios y hospitales verificaron que la vivencia de la enfermedad, el entorno de la persona enferma, su capacidad económica, influían en el incumplimiento (o cumplimiento) terapéutico. Profesionales que en su día a día veían cómo algunas personas carecían de posibilidades y recursos propios para seguir con las indicaciones que ellos les daban para mejorar su salud y alcanzar un mejor bienestar. Fueron médicos como William Osler, Charles P. Emerson y Richard C. Cabot, en especial este último, quienes llevaron al terreno de la medicina moderna el estudio de los aspectos psicosociales de la enfermedad como hoy la conocemos.

Desde 1905 con la creación de la primera plaza de trabajo social hospitalario, la profesión empieza a desarrollarse como lo hacían las profesiones con las cuales convivía, siguiendo el método científico en la validación de los métodos aplicados. Con sus conocimientos, investigaciones, observaciones, sembraron el camino del que hoy nos nutrimos como herederos de sus enseñanzas. Nos dejaron sus teorías, métodos, modelos y a día de hoy siguen siendo esenciales. Nos enseñaron a comprender el trabajo social sanitario y nos enseñaron a diferenciarlo de otras expresiones de ayuda. La profesión nació y se instauró para estudiar las realidades psicosociales de personas enfermas, de sus familias, para diagnosticarlas y para intervenir. Las pioneras detallaron sus pasos y nos dejaron metodologías de trabajo refinadas para el abordaje de las densidades humanas.

Sus textos están ahí. En cada lectura es inevitable sentir que se toca la esencia del trabajo social sanitario, uniéndose a ello un sentimiento de pertenencia a una profesión que desde sus inicios ha marcado diferencias con otras en las que las personas, los protagonistas, asumen un papel más pasivo.

La experiencia de los últimos años, primero en el postgrado y ahora con el máster de trabajo social sanitario muestra el entusiasmo que genera en la mayoría de estudiantes ese vínculo con lo que es su historia, el encuentro con textos escritos por los médicos que pensaron el trabajo social sanitario y por las primeras trabajadoras sociales hospitalarias.

El dicho «la historia se repite» a cierta edad deja de ser dicho y se convierte en hecho. Cada equis tiempo «la historia se repite» y es entonces cuando el conocimiento de lo ocurrido aquellos primeros años, el sumergirse en las razones y causas que gestaron, por aquel entonces, esta nueva profesión, permite reconocer con gran rapidez escenas que se superaron y también identificar el cómo se superaron. Este conocimiento de la  historia de la profesión permite acceder a sus réplicas y defensa de los derechos de las personas vulnerables y frágiles.

La mayoría de las veces es un placer leer, o releer, argumentos que años atrás desovillaron estrategias para enfrentarse a grandes problemas sociales relacionados con la enfermedad y su vivencia. La argumentación asumida como el ejercicio de razonar sobre una idea, apoyar un proyecto, desarrollar una propuesta, promover una intervención, etcétera, debe ganar actores y desde la universidad tenemos la responsabilidad de motivar a los alumnos para adentrarse en las lecturas de los textos de las pioneras, auténticos andamios con los que se construye el presente. Esta vinculación con la historia de su profesión fortalece sus recursos personales para, ante adversidades organizativas, seguir actuando como trabajadores sociales sanitarios.

Puede que llegue un día en el que las instituciones sanitarias estén tan revueltas y deshilachadas que obligue a los trabajadores sociales sanitarios, ellos y ellas, a retroceder a escenarios que creíamos superados y resueltos.

Barcelona, 31 de enero de 2017 – Dolors Colom Masfret

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Autor / Autora
Dolors Colom Masfret
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